La confrontación Meade-Anaya

La confrontación Meade contra Anaya ha comenzado. Pese a la evasión de la realidad respecto a la opinión pública del Gobierno Federal sobre la imagen del PRI, la realidad es crítica: José Antonio Meade se encuentra en tercer lugar de las preferencias electorales de cara a la elección presidencial.

Pese a la obsesión de Enrique Ochoa y Javier Lozano por Andrés Manuel López Obrador, puntero del proceso electoral, el inexperto equipo de campaña de Meade, comandado por Aurelio Nuño, ha entendido que su enemigo inmediato es Ricardo Anaya y la alianza Por México al Frente. Si desean competir contra la principal amenaza al status quo político nacional, deben derrocar al joven codicioso del Partido Acción Nacional.

¿Quién debe estar más preocupado, el equipo de campaña de Meade o el de Anaya? El maquiavelismo y la real politik apuntan a un sólo individuo: el pentasecretario y delfín del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

La campaña de Meade se ha desenvuelto de forma caótica y descoordinada. Nuño ha operado de una forma que nunca antes lo había hecho un candidato presidencial, con una marcada distancia de los candidatos locales a diputaciones, alcaldías y gubernaturas. El único acercamiento que ha tenido ha sido con Mikel Arriola, candidato de su partido a la jefatura de la Ciudad de México, y ha sido desafortunado.

En contraparte, el joven y pragmático Anaya concretó pactos efectivos con el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano. Firmó acuerdos y pactó plazas plurinominales para diputaciones, senadurías, así como definió candidaturas con los otros dos partidos y actores afines a su proyecto. Estos acuerdos causaron desbandadas en el PAN, en el caso del PRD, además de deserciones, se llegó a los golpes y sillazos en su Consejo Nacional. Sin embargo, Anaya fue frio y calculador en cada estrategia política que ha tejido. Sino estaban con él, lo mejor era que se largaran. Y si iba a haber conflictos y peleas, que fueran en las asambleas de otros partidos, pero en un hecho era palpable: no había retroceso en lo que se había pactado en el Frente.

La primera estrategia del PRI para golpear al PAN ha sido utilizar terceros antes de medir a Meade de frente a su adversario. Enrique Ochoa Reza publicó un vídeo donde Anaya dice “maravillas” del tecnócrata itamita.

Mikel Arriola le mando un mensaje publicó en video donde le pide definir su postura frente a temas como el aborto y el matrimonio igualitario. Las provocaciones del PRI han sido de poco eco, el líder del Frente sabe que tanto Ochoa como Arriola sólo son dos payasos y prefiere esperar el momento en que el proceso electoral lo haga medirse cara a cara con Meade.

Aquí surge un cuestionamiento interesante: ¿quién ganaría un debate entre Meade y Anaya, quién saldría mejor librado? Respecto a Meade sabemos que es un burócrata gris, no posee carisma ni una brillante oratoria. Tener un doctorado lo perfila como un individuo con conocimientos por encima de la media, pero, la verdad, ser crítico y presentar propuestas lucidas pocas veces importa en una campaña electoral, no conectan con el electorado.

Por otra parte, Anaya es un joven borgia en temas de conducción política. Le arrebató el partido a Gustavo A. Madero cuando era Presidente Nacional del PAN. Destruyó la influencia de Felipe Calderón y todos sus simpatizantes en su partido, a pesar de que el ex presidente acomodó piezas claves en el interior de Acción Nacional para mantener su influencia. Mareó y dejó como a un bobo a Miguel Ángel Mancera, haciéndole creer que él podría ser el candidato del Frente, y promovió una desbandada semejante a la del PAN en el PRD que tuvo encarar Alejandra Barrales.

Ricardo Anaya puede desagradarnos o gustarnos como personaje y ser humano. Pero en un análisis crítico debemos abordarlo como político. Un político real y no ideal. Es decir, como un personaje maquiavélico: es frío, calculador, dispuesto a la traición o el halago si el momento lo amerita, y quizás lo más trascendente en la política pragmática, es joven y sumamente ambicioso. Y debemos entender, que todo lo que ha logrado para ser el candidato del Frente lo ha logrado solo. No le ha sido concedido, como a Meade.

Es probable, que en los próximos días, los mensajes y publicidad en contra de López Obrador se relajen –o al menos, mantengan en el mismo margen-. Sin embargo, desde la televisión a redes sociales, veremos que los ánimos de desprestigió señalaran cada vez más a Ricardo Anaya.

¿Podrá el PRI destronar al candidato del Frente Ciudadano? El escenario parece negativo para el tricolor, su candidato gris y sus torpes operadores de campaña No obstante, en política nada nunca está escrito. El tiempo dirá.

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