Por: Roberto Gutiérrez
@RobGtz22
Un aniversario más del denominado 9/11 se conmemora en los Estados Unidos y el mundo, este viernes. El macro-evento terrorista sin precedentes en cuanto a su impacto y magnitud, ha sido el parteaguas de un giro de 360 grados en el manejo de la política mundial. La estrategia de seguridad nacional de los Estados Unidos o ‘Homeland’, que de por sí ya mantenía un enfoque extraterritorial, cambió drásticamente al grado de intensificar su espectro de vigilancia mundial, a un estricto control y monitoreo de los países por medio de alianzas disfrazadas, sanciones económicas, aislamiento diplomático de los enemigos del hegemón y, en los peores casos, las invasiones ilegales y las denominadas ‘guerras preventivas’. El excesivo miedo a la amenaza terrorista y su posterior combate invadió también la vida privada de los ciudadanos, impuso un estricto control en las aduanas, los puertos, los aeropuertos y las fronteras, y puso un nuevo freno a la naciente y sepultada iniciativa por el libre tránsito de capitales y mercancías en todo el mundo, irónicamente por el país que más pugna por el libre comercio y tránsito de servicios, capitales y mercancías.
A lo largo de estos 14 años, el juego político de los Estados Unidos con respecto a la seguridad, ha sido papel fundamental en el discurso de los aspirantes a llegar a ser el Jefe del Ejecutivo. Ningún país en el planeta queda desvinculado de los efectos que pudieran traer los nuevos cambios en dicha estrategia propuesta por los aspirantes a la presidencia, por lo cual, no se puede pasar desapercibido a ningún posible candidato para las elecciones del 2016, por más ilógico que parezca que este pudiera llegar a la Casa Blanca.
Una vez que Obama finalice su segundo y último mandato de acuerdo a la Constitución, los partidos políticos ondearán piezas clave en la disputa por el poder para los siguientes cuatro años; la actual oposición republicana parece tener una clara ventaja en el discurso y estrategia para convencer al electorado estadunidense, mientras que los demócratas siguen teniendo un descenso en algunos de los estados y distritos electorales donde tradicionalmente han tenido un mayor nivel de aceptación y respaldo financiero de los conglomerados industriales y financieros, específicamente California y Nueva York.
Incluso, a pesar del discurso ‘anti-mexicano’ y ‘anti-latino’ del magnate Donald Trump, de acuerdo a las encuestas realizadas por CNN/ORC y el Pew Research Center de julio-agosto, Trump se sigue posicionando como el precandidato más popular entre la comunidad latina, acercándose bastante a Hillary Clinton, la precandidata mejor posicionada del partido del presidente, justo cuando se aproximan las contiendas electorales internas del Partido Republicano y Demócrata, que comenzará entre noviembre y enero próximos, donde los colegios electorales tendrán que ir perfilando y definiendo a su único candidato para el súper martes de noviembre de 2016.
Este viernes 11 de septiembre, será conmemorado por los precandidatos con sus tradicionales propuestas al refuerzo de la seguridad fronteriza, al combate al terrorismo y al mismo tiempo a la pacificación de un Medio Oriente concurrentemente convulsionado. Por el lado de los demócratas, con tal de resarcir y recobrar el voto conservador, se han vuelto hacia un acento más bélico en contra de la República Islámica de Irán, y Hillary ha empapado el discurso con la promesa de atacar, si el país persa no cumple con los recientes tratados de desnuclearización. La posición de Trump es un tanto más predecible y puede preverse que seguirá la línea que ha gustado tanto a los conglomerados agrícolas, de la construcción e industriales, quienes son los que mayormente aplauden la negativa de Trump por llegar a un acuerdo migratorio que beneficiaría a los millones de migrantes indocumentados que no gozan de derechos laborales plenos, por obvias razones.
Este 11 de septiembre el discurso presidencial y de los presidenciables, prestará menor atención a un entorno global de temor al terrorismo. La principal pauta de dichos actores políticos, será la preocupación por los problemas económicos que atañen en este momento a las bolsas y la amenaza de una crisis que sea resultado de la desestabilidad detonada desde China. El enfoque de seguridad tendrá papel central en el narcotráfico y la contención de los flujos migratorios en Norteamérica y Europa por las crisis humanitarias y de seguridad. En resumen, se vislumbra a un Estados Unidos que comienza a reformarse un tanto de la paranoia terrorista que por más de una década modificó y legitimó la forma de ejecutar estrategias apabullantes en materia de seguridad global.