Versos echados al fuego,
papel maléfico que alimenta mi odio,
me derrumban los anhelos empolvados en un podio.
Tu egoísmo es mínimo sin tu ego.
Pierdo tu mirada en un vaso de licor
en esta noche de imparcialidad
donde buscas de quién volverte su enfermedad.
Desde mi catre escucho la frivolidad de tu fulgor.
Hoy el granizo destruye
a disparos mi profanada espalda:
ladridos sin luna y bicicletas forajidas;
mi sangre por las banquetas se distribuye.
Se rompen los hilos de mi boca:
hoy voy a deshacerme de todo lo que me estorba.
Llénate de embustes el paladar
con mi ambición distorsionada; úsala para impresionar.
Termina de romper el espejo, que es el único
que no cae en tu emboscada,
hazlo y quédate con tu soledad de compañía disfrazada.