“I Dig a Pygmy by Charles Hawtrey and the Deaf Aids Phase one, in which Doris gets her oats”
Con esa estrofa dicha por John Lennon empieza Two of Us, el track uno del Let it Be, último álbum publicado por The Beatles y que irónicamente fue la canción con la que conocí a la banda que a la fecha considero mi favorita sobre cualquier otra.
Tenía ocho años. Mis papás viajaban en un vocho blanco que tuvo varios colores antes de terminar en azul. Recuerdo bien que en ese pequeño carro, con el que muchas historias inician, había una funda grande con un cassette adentro.
No era la típica cajita donde se guardaban los ancestros de Spotify, era toda una pieza de colección en cuya portada aparecían cuatro caras, todas con cabello largo, dos con bigote, una barbada y otra con lentes circulares. En la contraportada, había otras cuatro fotos de las mismas personas pero a blanco y negro.
Puedo comentar que la tecnología en audio de nuestro sedán se basaba en un estéreo quitapón que consistía en quitar todo el aparato para evitar dejar tentaciones a los rateros. Esos cachivaches fueron remplazados más tarde por las carátulas.
Lo mejor de todo es que esa no era su única gracia, pues tenía un sistema autorreversible y de repetición de tracks. La memoria no me traiciona mucho, pues ese día, por alguna extraña razón, mi hermana y yo esperábamos solos a mis viejos en el carrito . Me acuerdo que quise molestarla y puse el cassette.
La canción la repetí tantas veces que hasta me la aprendí, evidentemente washasheada porque de inglés no entendía ni el “yes”, y torturaba más a mi carnala, tres años menor que yo, al decirle que esa música era para hombres fuertes que les gustaba la música ruda.
La historia concluye en que desde esa tarde esa cajita y su contenido se convirtieron en mi estandarte musical, pues al poco tiempo, mi abuelita materna me obsequió un walkman Coby por mi cumpleaños y evidentemente mi principal y único título era el Let it Be.
¿Cuántas veces habrá sonado que hasta la cinta se aflojo de tal forma que ya ni las bic me servían para enrrollarlo?
Definitivamente es un álbum al que le guardo mucho cariño, admiración y respeto, porque gracias a él conocí a The Beatles, su historia y a cada uno de los Fab four, pero en especial, a esa rola, Two of Us, cuya tonada me remite a la tarde en la que encontré el cassette que fue de mi papá y que desde ese momento fue mío para siempre, aun sin existir físicamente.