AMLO, el padre

AMLO padre
El presidente López Obrador durante su conferencia de prensa. Foto: Gobierno de México.

De donde vengo, los padres y madres reaccionan a la defensiva, incluso agresiva y violentamente cuando se trata de defender a los hijos ante cualquier agresión por mínima que sea. Para ellos, sus vástagos son lo más sagrado, los ven como seres incapaces de cometer la más mínima de las fallas… aunque no es así.

Justo ese “amor” ciego hizo que en ese lugar los padres de familia encubrieran a sus malhechores hijos quienes a plena luz del día robaban, golpeaban, eran criminales. Aún así, la reacción siempre era impulsiva cuando alguien les intentaba hacer ver la clase de bribones que eran sus familiares.

Esa misma reacción la vi hace unas semanas en el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) cuando salió el reportaje donde se le señala a su hijo José Ramón López Beltrán de un posible conflicto de interés. Su reacción fue violenta, colérica, despiadada. Al presidente AMLO se le olvidó que es el jefe de estado –de uno de los países más importantes del mundo– y se puso por completo el mote de padre.

No es la primera vez que reacciona así, Chumel Torres logró una reacción similar pero de menor fuerza cuando hizo un comentario agraviante contra Jesús Ernesto, su hijo más pequeño.

Es por esa razón que busca a toda costa –sin importar las leyes que deba quebrantar o las limitaciones de su investidura– regresarle el ataque a Carlos Loret de Mora a quien asume como responsable, y que por cierto, no firmó el reportaje “La lujosa vida del hijo de AMLO” publicado el 27 de enero, cuyos autores son Raúl Olmos, Verónica Ayala y Mario Gutiérrez Vega.

López Obrador convirtió un asunto de Estado en una situación enteramente personal. Por eso le ha dado tanto tiempo en sus mañaneras; por eso publicó los supuestos ingresos de Loret (no sabemos si son reales o no); por eso citó a Octavio Romero Oropeza a declarar; por eso se le quebró la voz cuando recordó a sus hijos.

Más allá de las fallas e inconsistencias del trabajo publicado en Latinus (más que un reportaje lo asumo como una filtración) o los dividendos ganados por Loret de Mola el año pasado, AMLO pudo salir de esta situación portándose a la altura, como un estadista y no como un padre rabioso porque un niño más grande jaló el cabello de su pequeño.


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Ahora, el presidente se ve vulnerable, tocado, ya no se nota aquel hombre inamovible, inquebrantable. Sus enemigos lograron lastimarlo al tocarle lo más sagrado para él y eso ha provocado una serie de torpezas que despiertan la suspicacia, la crítica, la duda y hacen que el fantasma de la corrupción se pasee por Palacio Nacional, algo que en el discurso del presidente es inadmisible.

Habrá que esperar en qué termina el pleito entre dos fuerzas antagónicas, pues hasta hace muy poco, el juego de vencidas parecía estar inclinado de un solo lado y que ahora pareciera haber recibido los esteroides que tanto buscaban desde antes de iniciar el sexenio y que serán definitorios para 2024.

De a tuit

Dejemos de lado el pleito entre AMLO -su versión de padre- y Loret y reflexionemos en que en menos de dos meses murieron cinco periodistas, un noble gremio lastimado por todo el mundo.

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