Una dosis de… René Drucker

“Hasta aquí, pequeña una dosis de ciencia”, rezaba al final de una breve cápsula un hombre fornido, canoso, de prominente bigote, con playera polo que resaltaba sus bíceps pese a su edad. Con él se aprendía desde los beneficios del agua –y sus perjuicios–, sobre arañas y su desafío a la gravedad, hasta murciélagos.

Los episodios de no más de dos minutos me encantaban, es más, puedo decir que era de lo mejor que salía en el Canal 5 en aquellos tiempos en los que Televisa buscaba dar otra cara de su programación. Ese hombre incluso llegó a salir en la línea 1 del Metrobús, que aunque pasaban desapercibidas sus “Dosis de Ciencia”, la divulgación del doctor René Drucker Colín ahí estaba, entre la gente, como él lo deseaba.

Su trabajo era notorio y a la vista del mexicano promedio, mas no su persona. Fuera del círculo académico mexicano, poco se sabía de aquel hombre nacido en la Ciudad de México en 1937. Seguro tampoco él pensó durante su juventud que sería un estandarte para la difusión del conocimiento científico, ese que a tantos estudiantes aterra, pero que tanta falta nos hace, aunque sea en una pequeña dosis.

Al mero estilo del lugar común mexicano, el doctor Drucker se lesionó una rodilla y se tuvo que olvidar de correr (pero nunca del deporte), para fortuna de nosotros y de la ciencia. Su vida estudiosa, sin embargo, empezaría en la Facultad de Psicología de la UNAM. Pero no era un hombre conformista, su maestría en la Universidad de Illinois y su doctorado en medicina por la Escuela de Medicina de Saskatchewan, Canadá, lo confirmaron.

Fue ahí donde tuvo su primera plaza como asistente de investigación; su historia apenas empezaba, pues a su retorno a México fue contratado como investigador asociado al Instituto Miles de Terapéutica Experimental, y como profesor de asignatura en la Facultad de Fisiología de la UNAM, donde además fungió de jefe del Departamento de Sicobiología de 1972 a 1973.

Para 1985 ya se desempeñaba como jefe del Departamento de Neurociencias del Instituto de Fisiología Celular de la Máxima Casa de Estudios, puesto que ocupó durante cinco años. Entrada la década de 1990, se convirtió en jefe del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina hasta empezado este siglo. Sin embargo, el lugar donde varios lo recordamos, con mucho cariño, fue como conductor de la serie “Dosis de ciencia”, que inició en 2002.

A la distancia, podemos decir que sus cápsulas fueron pioneras de lo que ahora son los formatos de video repetidos hasta el cansancio por cientos de portales alojados en redes sociales: cortas, oportunas, ilustradas como si se tratara de un libro para niños; esos breves episodios nos transportaban a un mundo tan poco entendido en este país, siempre con un lenguaje sencillo y asequible para todos.

El doctor Drucker no sólo era un divulgador, era un científico cuya área de trabajo estuvo enfocada en el Parkinson; su primer trabajo en el área lo publicó en 1987, aunque en su haber tiene más de 400 artículos de investigación e incontables notas publicadas en La Jornada y distintos periódicos.

Su último cargo lo tuvo como secretario de Ciencia y Tecnología en la administración del actual Jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera.

Carismático, imparable incansable, así fue René Drucker Colín; el creador de dosis de ciencia falleció el domingo 17 de septiembre a la edad de 80 años en su casa. A pesar de ello, su legado queda ahí en “400 Pequeñas Dosis de Ciencias”, libro gratuito en el portal de la UNAM y al alcance de todos, tal y como lo hizo siempre, en pequeñas dosis.

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