Hoy en día es raro encontrar proyectos multidisciplinarios que no sólo se limiten a raspar las cuerdas de una guitarra y dar de tamborazos en la batería. No es muy usual que sean integrados, en su mayoría, por hermanos de sangre. Pero lo que sí sale de lo cotidiano, es ver una banda tan sólida y con la clara idea de hacer música, sin importar el exterior ni lo que pase como consecuencia de las acciones de “la máquina”. Porque ellos no hacen sonidos, los traen en la piel, la sangre, el ADN. Así son Lázaro Lugo.
Conformado por Ian, Pedro, Erika, Fernanda y Alejandra, este proyecto tiene una historia que se remonta varios años atrás, justo tiempo después que su líder, Ian, saliera de la secundaria y decidiera formar su grupo en compañía de su hermano menor, Pedro, para tocar covers. “Desde que somos niños siempre hemos sido muy allegados a la música. Nuestro papá sabe un poco de música y nos influyó demasiado” recuerda el también guitarrista.
Una broma local entre los miembros originales que hacía alusión a un cacique de su zona les dio el nombre. Y al mero estilo de Pedro Páramo se aventaron con ese distintivo, sin saber cómo los recibirían. Al final el resultado dio éxito.
Sin embargo, el cambio de alineaciones los orilló a reposar un poco y trazar un nuevo rumbo. Así es como se integraron Fernanda, Alejandra y la hermana de ambos: Erika, para que a través de la experimentación y las influencias de Rool, Rise Againts the Machine, Radiohead, The Mars Volta y un poco de Juan Rulfo, decidieran ir por el sendero de las secuencias y el garaje sin caer en la monotonía de un solo género o una marca, sino de integrar varias ideas para mantenerse siempre ajenos a otras bandas alternativas.
“La música es lo que somos”
Quizá el inicio del camino se lo deben a sus padres, quienes les ensañaron por dónde ir. Por ejemplo, Su mamá, quien tocaba la mandolina en su juventud, es parte de la esencia de estos tres hermanos. Tal vez, sus padres querían tomar el camino de la música, pero que en sus tres hijos lo veían mejor.
Los integrantes de Lázaro Lugo lo tienen claro: la música es lo que son, forma parte de su naturaleza. Si bien no es un plan a largo plazo, sí forma parte de su línea de vida. Cada uno de ellos, afirman, tienen su propio camino. Ninguno se parece, pero todos van hacia el mismo lugar. Ian (guitarra y voz), por ejemplo, redactor y le encantan las letras; Erika (secuencias y teclados), enfermera enriquecida en la parte humana, y Pedro (guitarra y voz) estudió veterinaria. La misma diferencia aplica con sus integrantes, Fernanda (bajo) y Alejandra (batería), quienes no tienen profesión parecida a los hermanos Islas. Quizás, por eso, el proyecto explora tantas vías al mismo tiempo.
Sin embargo, la banda confiesa que en su primer EP, las seis rolas tenían un estilo más homogéneo y no había esas diferencias que tendrá el nuevo material, Monstruo, pues en las 10 canciones que presentarán en este material retomarán parte de su gusto por el garaje, aunque aceptan que será mucho más oscuro.
Autenticidad para combatir a la máquina
Desde hace varios años, el escenario de la música alternativa es poco alentador para las bandas que deciden ir por este camino. Lázaro Lugo es consciente del panorama al que se enfrentan y por eso le apuesta a ser un proyecto multidisciplinario. Son críticos con ellos y con su entorno, el cual ven carente de propuestas, de ideas, de algo verdaderamente revolucionario y fuera del lugar común.
“Creemos que es como una crisis general. Los músicos independientes tendemos a quejarnos de la falta de apertura de espacios, pero de pronto existen muy pocas propuestas. Lázaro busca ser un proyecto multidisplinario que involucre la onda literaria, la visual y la música, porque creemos que todo proyecto debe ser consistente para que tenga apertura y debe proponer en varias direcciones” argumentó Ian.
“Tenemos la ilusión que por ser músicos esperamos que las puertas se nos abran pero en realidad nos comprometemos muy poco por nuestro contenido y el concepto. Esa es una de las situaciones que más afecta a la escena independiente, porque es difícil colgarte de algo que se parece a todo” complementó Pedro quien también dijo que entre tantas bandas es difícil seguir a una, dado que todas suenan muy parecido.
Aun con todo estos síntomas, ellos le apuestan a lo literario, a lo visual y a ser propositivos sin esperar respuesta de la industria que maneja la música. Tal vez eso les da un poco de mayor razón para hablar de autenticidad. Quizá por eso no buscan competencia, sino jalar otras propuestas y crecer juntas para intercambiar ideas y no dejarse llevar por la corriente de la competencia, tan arraigada en nosotros últimamente.
Con esa idea se metieron al estudio y desarrollaron una propuesta más conceptual, aterrizada en lo que ellos, para crear una reacción en la gente; tal vez lo logren, tal vez no, lo saben, aunque su idea nunca ha sido esa sino mantener la esencia de la banda y darle la espalda a la máquina, al sistema que olvida a quienes distan mucho de su ideal robótico, sin alma ni espíritu.
El reto de ser Lázaro Lugo
Al igual que otros miembros del escenario musical alternativo, su principal reto es evitar navegar por aguas comerciales. Estos piratas de Tláhuac le apuestan a las actuaciones en vivo para nacer conexión con la gente. Cosa nada sencilla pues sus sonidos no son pegajosos o alegres, hasta cierto punto podrían ser hasta complicadas, pero así les gusta, son lo que son.
Y aún así han tratado de lidiar con la falta de empuje y entusiasmo, conceptos que por su fragilidad se diluyen con mucha facilidad. Sin embargo, ellos mantienen el orgullo de querer llegar; se aferran y le siguen; es su sello, mismo que se adapta a las circunstancias del contexto.
Monstruo es el nombre de su primer LP. La producción del mismo fue hecha por ellos. Saben que hay muchas cosas que hacer, entre ellas, mantenerse tocando y componiendo para continuar por el camino, para no perderse en el mapa como un recuerdo de un poema mal escrito. Han superado muchos momentos y su principal satisfacción será tener un disco que simbolice no sólo el desmadre de su producción, sino las victorias cosechadas desde que inició su proyecto.
El clímax llegará con el Nirvana Festival. Será su punto de partida, la oportunidad para que espectadores y músicos tengamos una válvula de escape ante la lucha constante que significa vivir en el siglo XXI. Al final, todos vamos hacia el mismo lugar.
Después, vendrán los planes a futuro: las tocadas para no perderse en el mapa, las composiciones y el refresque mental. Ellos lo tienen claro, la música es uno de sus múltiples destinos y Lázaro Lugo, el camino.
Lázaro Lugo son: Ian-guitarra y voces; Pedro-guitarra y voces; Erika-secuencias teclados y coros; Fernanda-bajo; y Alejandra-batería.
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