Los días siguientes son más tensos,
el sudor recorre por las palabras que no se dicen.
En las redes sociales ruge la pandemia
y se escucha algún héroe desplomarse.
Estos días son más lentos,
las manecillas del reloj
se detienen en nuestros ánimos.
Cuando los pasos del tiempo se arrastran al otro lado de las puertas,
la tranquilidad se muere.
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