Le gustan los cacahuates

Esos cacahuates la acompañaron otras tantas veces. Foto: Pixabay.

Le gustan los cacahuates. Lo recuerdo bien. Cuando los recuerdos le inundan la mente nos cuenta esa anécdota.

Estaba embarazada de su primer hijo. Vivía en compañía de una amiga en Iztapalapa, a la espera de mudarse a la casa de su futuro esposo.

Y en una de esas tardes de espera, preguntas e incertidumbre comenzó a limpiar cacahuates. Le gustaron tanto, justo en ese momento, que buscó unas tortillas para acompañarlos.

Y esos cacahuates la acompañaron otras tantas veces.

Después de contarnos aquella historia, siempre nos pedía una bolsita de esas legumbres, sobre todo si eran salados o en su versión japonesa.

Hubo una tarde en la que sus ojos se volvieron de vidrio. Nos dijo que ella habría querido seguir estudiando, pero las condiciones económicas no eran las mejores en aquel ranchito veracruzano donde creció.

Terminó la secundaria y tiempo después tuvo que buscar trabajo. Estuvo a nada de irse a vivir a Tampico y si eso hubiera pasado, esta historia tendría otro autor.

La Ciudad de México la recibió. Se hizo de una amiga con la que compartía cuarto, y hallado un lugar para laborar: una mítica fábrica de filtros en Iztapalapa.

Ahí conoció a su futuro esposo.

Cambió de casa. Se volvió fan de Los Temerarios, Juan Gabriel, Napoleón, la música salsa, y más para acá de Babasónicos, Zoé y cuanta música escuchaba por culpa de sus tres hijos.

Siempre ha sido cálida, pese a que durante varios días estuvo triste, abatida y cansada.

Pero hoy no es día para contar aquellos días grises.

Sino para agradecer por su presencia, calidez y dicha. Porque un día como hoy, de hace ya varios años, nació. Porque un día como hoy inició su historia en esta tierra, y de paso la mía.

Porque hoy es el cumpleaños de la mujer que me dio la vida, que me ha visto llorar y que he visto llorar, que tengo el privilegio de llamar mamá, y que le gustan los cacahuates.

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1 Comment

  1. says: María Cristina Sánchez Velasco

    ! Qué hermosa historia!! salida de tu corazón y Gracias por compartirla.
    A mí también me gustan los cacahuates y !!desde luego!! hay un momento privilegiado en mi memoria que retrata la imágen de mis herman@s y yo en el edificio llamado Torre de Pemex frente al Malecón de Veracruz. Ahí nos llevaba mi mamá a jugar y nos compraba unas bolsitas de papel que contenían !! cacahuates!! sin pelar.
    Así nos entreteníamos pelandolos y comiéndolos con el chile en polvo que venía también en la bolsita.
    Había otro “juego”: al final quedaban las partecitas que unen las dos partes del cacahuate, nosotr@s les llamábamos “viejitos”; el que tenía más “viejitos” ganaba.
    Gracias, querido Juan, por ayudarme a recordar estos momentos y enriquecerme con la historia de tu mamá: una gran mujer.

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