¿Ya escuchaste esta canción?, Me preguntó con esa voz que sugiere que debía hacerlo.
No, respondí al ver la pantalla de su celular y leer que decía Manos de tijera. ¿Es sobre la película? Dije, para ganar tiempo y es que el nombre me remitió a esas tardes en las que en el Canal 5 pasaban esa película.
No, me contestó, con una risa se me hizo saber que mi inocencia le causó gracia.
Mira, escucha. Hay dos versiones, pero a mí me gusta más esta, dijo mientras estiraba sus audífonos para que me los pusiera en los oídos.
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Apretó un botón en su teléfono y la música empezó a escucharse.
Bastaron pocos segundos para que la letra tocara fibras internas y mi cerebro, o quizá mi corazón, mandara la orden de soltar unas cuantas lágrimas.
Por mi cabeza comenzaron a pasar imágenes de los últimos días juntos, del sabor inconfundible de las despedidas, de aquella noche en que dijiste que te ibas, que necesitabas empezar otra vez, de las lágrimas escurriendo por nuestras mejillas, de ese deseo de pedir que te quedaras, de saber que no lo iba a hacer, que te dejaría partir…
Creo que para la mitad de la canción, mis ojos parecían un día lluvioso de septiembre.
“… porque yo no puedo respirar sin ti…”, cantó esa voz tan melodiosa y triste a la vez.
Para ese momento, Marlene se disculpaba conmigo. Quería decirle que no se preocupara, pero no pude.
Ya hacía un año de esa noche, ya habían pasado noches de lágrimas, de quejas, de amargura, de repetir que ya todo se había terminado y que ya no me dolía, pero no.
Cerré los ojos, en un intento por tranquilizarme y vi tu imagen tan amada por mí, tu sonrisa que hace que muestres tus dientes delanteros, tus ojos del café que tanto me gustaba tomar y tus cejas aún más grandes.
Me mirabas con esa magia de los primeros días, tomabas mi mejilla con tus manos tan tersas y decías que todo estaría bien, besabas mi frente y tu imagen se difuminaba…
“…Y que en cualquier momento subes una foto de los brazos de un extraño…”
Ahora te veía con alguien más. Tu sonrisa era la del amor verdadero, lo mirabas como se ve a quien tanto se quiere…
Todo va a estar bien, decía tu voz ya confundida con la de Marlene.
Sí, todo estará bien, respondí, dejando que la última parte de la canción de difuminara con mi suspiro.
Volví a cerrar los ojos, evoqué tu ser entero, aquel que conocí una tarde de julio y te dije eso que tanto necesitaba.
No es secreto que aún me dueles, que quisiera que siguieras aquí y que la vida nos regalara más momentos juntos, pero quiero que sepas, que siempre, dentro de mí tendrás el lugar más especial en mi vida.
Di un último jalón de aire y mirando a Marlene le dije: sí está buena la canción.