II. La resignación de los mexicanos y la ciudadanía fantasma
1.- Pero ¿sería correcto culpar solamente al gobierno de las tragedias de los mexicanos? Ya que si somos sinceros, la repetición constante del error no es la consecuencia de un solo individuo.
Si hacemos una retrospectiva, podemos afirmar que durante décadas en México no existió la concepción de ciudadanía. El México del siglo XIX estuvo marcado por la inestabilidad y el conflicto. En nuestro país, durante más de cincuenta años, la política fue una noción ambigua para nuestros líderes: el consenso no era viable; la guerra y la violencia, sí.
Liberales y conservadores lucharon por años por consolidar una visión de Estado. La lucha de la moderna república democrática contra el viejo sueño de la monarquía. Al final, la resolución tampoco se dio por el diálogo. México se volvió una República Federal por medio de una guerra, el conflicto había terminado, pero en él nunca hubo un debate.
En el caso de la Revolución Mexicana, la mecánica fue la misma. A pesar de que el pueblo abatido y hambriento se levantó en armas contra el viejo régimen, los grandes revolucionarios nunca dieron un real espacio al uso de la palabra. No existió la discusión y sí la fuerza. El triunfo de Obregón y Calles provino de un esquema autoritario: estabas en el bando correcto o estabas muerto. El fruto de esa mecánica fue un régimen semiautoritario que una vez más aplazó la democracia.
Sin embargo, a pesar de que el sistema político mexicano que creó el PRI fue hermético y déspota, lo que sí erigió fue una estabilidad social. A inicios de los años treinta, por primera vez los mexicanos pudieron vivir décadas de tranquilidad, incluso, de progreso. El país se modernizó por el hecho de que las guerras y los levantamientos subversivos y constantes se habían quedado en el pasado. Surgió la clase media y una generación de mexicanos pudo dedicar su infancia y juventud a asistir a la escuela en vez de trabajar en las haciendas o minas.
Fue precisamente esa generación de jóvenes de los años sesentas quienes crearon por primera vez el concepto de ciudadano en México. Ellos usaron su capacidad innata de llamar al dialogo y mostrar su descontento. No obstante, el sueño duró poco.
- – El 2 de octubre de 1968 simboliza el más grande atentado contra la vocación democrática que ha ejecutado nuestro gobierno. Fue la confirmación de que esa institución que se decía “moderna y abierta” no lo era y que el totalirismo era la realidad vigente (Fuentes, 1970). El régimen no aceptaba opiniones, mucho menos criticas abiertas. Asimismo, el uso de la fuerza no era una posibilidad que los hacía dudar.
A pesar de la represión, lo más sorprendente como sociedad y sobre lo que debemos reflexionar es que a pocos días de la matanza, el pueblo olvidó todo de una forma incomprensible y se entregó al festejo pleno de un evento de talla mundial: los Juegos Olímpicos.
Por quince días, la nación entera evadió la realidad que se había suscitado y formó parte de una celebración de forma solemne. Mas el evento era sólo una temporalidad. Los mexicanos volvieron a su vida diaria y un acto inaceptable había quedado impune. Frente a él, la población no utilizó el hecho de saber que los ojos del mundo se postraban en este país para exaltar la indignación, en realidad, hizo prácticamente nada. Y en contraposición, por primera vez, la impunidad del gobierno alcanzó una escala de carácter nacional que jamás podría ser enmendada.
Sin embargo, a pesar de que la clase política sepultó el conflicto y la polémica de forma tajante, ellos mismo reconocieron que su proceder había sido un exceso. El nuevo candidato a la presidencia, Luis Echeverría Álvarez, tuvo que presentarse ante la población con una imagen de renovación y reconocimiento de los errores de sus predecesores (Schmidt, 1985). La gente dudó desde un principio de esas aspiraciones, y de hecho, el sufragio de las elecciones de 1970 fue uno de los que menos convocatoria alcanzó en los gobiernos priistas.
Con esa ilegitimidad y apatía por parte de los ciudadanos el nuevo presidente inició su mandato. En sus primeros días habló de una apertura democrática, de la posibilidad de un desarrollo compartido que llegará a todos los ciudadanos. Con meditación la gente le dio un pequeño benefició de la duda. Los estudiantes volvieron a utilizar su derecho de movilización y expresión y el gobierno tuvo la oportunidad de corregir sus errores del pasado, pero en vez de eso sus acciones fueron las mismas. Solamente que en esa ocasión recurrió al uso de grupos paramilitares para no inmiscuirse él directamente. A tres años de lo acontecido en Tlatelolco una nueva represión y matanza, con formas de operación más sofisticadas y planeada, se presentó. El 10 de junio de 1971 es otra de las tristes lecciones de México.
3.- Desde el Halconazo de 1971 los mexicanos entraron en razón de una situación, el régimen político mexicanos era un sistema semiautoritario que no respetaba los cuestionamientos y la criticas. En él una democracia electoral autentica y confiable era inviable, por lo que la contestación y movilización ciudadana no tenía lugar.
No obstante de esta condición, lo cierto es que el sistema por otra parte garantizaba mínimamente una estabilidad social y económica. En ese sentido, los mexicanos pensaron que tal vez no tenía la posibilidad de expresar sus opiniones, pero al menos podían vivir en una nación en la que el progreso era una realidad y el futuro parecía prometedor debido a las posibilidades de éxito para cualquiera.
De esa forma, la gente omitió utilizar su derecho de reclamo y expresión. Aceptó con resignación a ese gobierno autoritario, a cambio de la idea de que si no los dejaba opinar, al menos les otorgaría ese contexto de estabilidad y seguridad que había sido una realidad en México desde los años treinta. Los ciudadanos se volvieron fantasmas a razón de que no tenían derecho a una voz, pero al menos tenían comida, dinero y un poco de satisfacción material.
Aquello cambiaría en los próximos años. Ya que el gobierno se debilitaría debido a las peores administraciones gubernamentales del Partido Revolucionario Institucional que tuvieron como cara a Luis Echeverría y José López Portillo. Pronto la estabilidad económica y el mar de oportunidades que existió en México durante los cuarentas y cincuentas desapareció. Y la crisis constante de la economía fue el nuevo escenario presente. La gente una vez más falló en su decisión, el PRI no permitía el uso de la voz, y ahora, tampoco era un garante de progreso (Alcocer, 1993).
4.- Desde ese punto los mexicanos vivieron en un país en el que la corrupción era la moneda diaria, además de que la pobreza cada vez más amenazaba a un amplio sector de la sociedad. Los gobernantes se enriquecían de una forma desvergonzada y al final de cada sexenio todo tenía como culminación una devaluación del peso que debía pagar la población.
En ese contexto, una vez más la gente creyó en el poder de la opinión y la instituciones. Poco a poco los partidos de oposición sumaron sus primeros triunfos. El Partido Acción Nacional en Chihuahua, el cisma de Cuauhtémoc Cárdenas en la capital del país y el posterior surgimiento del Partido de la Revolución Democrática. A pesar de que la legitimidad era cada vez más cuestionada y es un hecho de que el candidato priista de 1988 perdió la elección presidencial, el pueblo retomó el camino de la vía electoral una vez que conocieron al verdadero Salinas de Gortari. Hasta que en el año 2000 la democracia del voto se hizo por primera efectiva (Meyer, 2003).
Empero de que el sueño de una institución que garantizara una transición democrática como el Instituto Federal Electoral por fin se había alcanzado, el nuevo presidente del PAN mostró la inexperiencia e incapacidad de aquel partido, eran pésimos para negociar y hacer anuencia política. Asimismo, el sistema político mexicano ya tenía unas reglas de operación, además de una amplia base que el PRI jamás perdió, ni en los primeros días del sexenio de Vicente Fox. En pocos meses el hombre que había logrado el cambio se trasformó en un bufón, no era un estadista a la altura de las trasformaciones que necesitaba nuestro país. No era un Nelson Mandela o Vaclav Havel, era un enano.
5.- El PAN nunca desarrolló fortalezas que incrementaran el peso de la sociedad civil en la vida política de México, fuera de la estabilidad económica que siempre lograron, pocos son sus avances en materia ciudadana.
Asimismo, pronto aprendieron los vicios del poder y la capacidad de utilizar esa maquinaria para imponer sus decisiones e ignorar la voluntad de la gente. La guerra sucia que promovió Vicente Fox contra el candidato radical de izquierda Andrés Manuel López Obrador es la prueba. ¿Estaba equivocado el pueblo en elegir a ese hombre que se había hecho tan popular por su gestión como Jefe de Gobierno en la Ciudad de México? Para el Presidente la respuesta fue: sí. Junto con los grandes empresarios del país, impuso su decisión por encima de todos los votantes de la nación.
El resultado fue que el triunfador del proceso, el candidato de su partido, Felipe Calderón, tomó el cargo con una crisis de la que nunca se recuperaría. Y que en un anhelo desesperado y mal planeado, abrió la caja de pandora de la inseguridad y el crimen organizado. ¿El resultado de esa decisión? Un país sumido en la violencia, en el que el juego del narcotráfico ha cobrado ya más de 100, 000 mil vidas.