Tenía 13 años cuando mi hermano mayor me enseñó, por primera vez, la imagen de un hombre con peinado exótico y cara pintada. Yo, en plena pubertad y fiebre de “ñoñerías” como The Backstreet Boys, me atreví a llamarle ‘marica’ a ese personaje andrógino que permanecía en el fondo de pantalla de la computadora. Toneladas de Ignorancia, desafío y el simple hecho de llevar la contra, era lo que contenía ese estulto comentario hacia uno de los artistas más completos de la historia: David Bowie.
Poco a poco, en buena parte por mi hermano y algunos complementos dados por mis amigos de la prepa, me fui interesando por David Robert Jones –su nombre real-. El londinense nació el 8 de enero de 1947, mismo día que Elvis Presley, quizá por eso, él simplemente quería ser rey por un día y no por siempre.
Saxofonista desde los 12 años, David Jones lanzó su álbum Liza Jane/Louie Louie Go Home, en 1964 acompañado por la banda The King-Bees, pero no es sino hasta Space Oddity, sencillo que la BBC utilizara durante la cobertura de la llegada del hombre a la luna, que el mundo conocería a David Bowie. Para entonces, ‘el hombre estrella’ ya había realizado su álbum debut titulado David Bowie, era 1967.
Acompañado de Lennon en su sencillo Fame, enamoró para siempre a los estadounidenses en 1975. Sin embargo fue en 1983 cuando su nombre se volvería eterno: su álbum Let’s dance, considerado el más vendido de su carrera, le consiguió una página completa en los libros de historia.
Creativo, icónico, multifacético, legendario, se reinventaba no sólo en la música, también en su persona. Como actor de teatro y cine, su participación en películas como El hombre que vino de las estrellas, La última tentación de Cristo, o Twin Peaks: el fuego camina conmigo, mostró su lado histriónico.
Pintor, escultor, escritor y dibujante, participó en 10 bandas e hizo duetos a lado de artistas como Freddy Mercury en Under Preassure. Sus más de 140 millones de discos vendidos sus múltiples rostros, 26 álbumes, 111 sencillos y 51 videos, son parte del legado que David Bowie hereda a la humanidad. Hasta para morir, fue de estilo único al hacerlo dos días después de su cumpleaños 69, tras una batalla contra el cáncer de hígado. Tal vez por todo eso es que mi hermano siempre fue uno de sus seguidores más reales que haya conocido.
Hasta siempre, héroe de un día infinito y sinónimo de la reinvención.