El misógino del bienestar

paco ignacio taibo misógino
Foto: Saúl López / Presidencia

Quería dejarlo pasar, porque pensé que ya no valía la pena, pero las declaraciones que se aventó Paco Ignacio Taibo II siguen dando de qué hablar y la verdad es que con todo lo que ya se ha dicho, siento que todavía hay tela de dónde contar. El señor no es santo de mi devoción, como diría mi mamá, desde hace bastantes años, sobre todo desde que en 2019 se aventó la chida de que Educal pagaría a las editoriales sólo el 80% de lo que les debía (una nota de eso aquí).

En ese entonces pensé híjole, es que está torciendo la matemática básica que entiende la señora que vende tamales, es decir, te vendo 3 tamales, me pagas 3 tamales.

La semana pasada presentó muy orgulloso los títulos de la colección 25 para el 25, que se regalarán a los jóvenes del país. Muy orgulloso de los títulos, del tiraje, de su gran labor como editor según para transformar la manera en que leen los jóvenes. En el anuncio hubo varias cosas vergonzosas como a la presidenta riéndose en lugar de ponerle un algo a sus sandeces, pero la cereza del pastel estuvo cuando se le cuestionó por la minoría femenina en los títulos elegidos y dijo que no cubriría cuotas de género ni regalaría “un poemario escrito por una mujer horriblemente asqueroso de malo”.

Aquí yo veo varios problemas importantes.

No era necesario referirse así, es decir, existen libros buenos y libros horriblemente asquerosos de malos, como él lo dijo, sí, pero los hay tanto escritos por hombres como por mujeres. Si él no desea cubrir cuotas de género, está bien, podría haber dicho eso y ya, pero no, quiso poner un ejemplo para dejar claro que las mujeres escriben horrible.

Según, la selección está basada en literatura del Boom latinoamericano, lo cual es totalmente falso. Usted busque en donde quiera y verá quiénes son los que se consideran como representantes del boom. Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes. A estos nombres se le suman a veces otros más como: Alejo Carpentier, Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Augusto Roa Bastos. Todos esos señores tuvieron sus obras más importantes publicadas en la segunda mitad del siglo XX, lo que quiere decir, en términos prácticos, que todos ya están muertos. Como verán aparecen nombres que nada que ver con el Boom, lo cual me parece bien, pero entonces es un terrible error decir que se trata de una selección que parte del Boom, incongruencia total, pues.

Aquí la lista (de 27 títulos), para su curiosidad:

  • Juan Gelman — Cómo tirar contra la muerte
  • Nona Fernández — Space Invaders
  • Manuel Rojas — El vaso de leche y otras historias
  • Raúl Zurita — Poemas
  • Piedad Bonnett — Los privilegios del olvido
  • Gabriel García Márquez — Operación Carlota
  • Roberto Fernández Retamar — Poemas
  • Miguel Donoso Pareja — La muerte de Tyrone Power
  • Roque Dalton — Las historias prohibidas de Pulgarcito
  • Dante Liano — Réquiem por Teresa
  • Alaíde Foppa — Vientos de primavera con prólogo de Elena Poniatowska
  • Miguel Ángel Asturias — Week-end en Guatemala
  • Carlos Montemayor — Guerra en el paraíso
  • Fabrizio Mejía Madrid — Disparos en la oscuridad
  • Adela Fernández — Duermevelas
  • Guadalupe Dueñas — Cuentos
  • Amparo Dávila — Música concreta
  • Sergio Ramírez — El zorro
  • José María Arguedas — Agua
  • Blanca Varela — Canto villano
  • Eduardo Galeano — La maravillosa vida breve de Ernesto Guevara
  • Mario Benedetti — Geografías
  • Luis Britto García — Habla palabra
  • Osvaldo Bayer — Los anarquistas expropiadores
  • Juan Carlos Onetti — Cuentos
  • Andrés Caicedo — El atravesado
  • Eduardo Rosenzvaig — Mañana es lejos

Y claro, dijo, es que el Boom latinoamericano (otra vez el Boom) fue mayormente masculino; y sin embargo, por el aparente criterio de generación, sí hay grandes nombres que no están aquí mencionados. Él mismo apuntó que era una colección para acercar a los jóvenes a la literatura de fin del siglo pasado; en este tenor nos topamos con huecos importantes: Rosario Castellanos, que indudablemente es una digna representante, Elena Garro, que es incluso la precursora del realismo mágico, le duela a quien le duela, Inés Arredondo, una de las más extraordinarias cuentistas de la generación de medio siglo. Esto por mencionar a algunas.

Ahora bien, se anuncia en grandes titulares que el plan es regalar 2 millones y medio de libros gratis en América Latina y que con ello se busca fomentar la lectura. Ahí hay otro problema, porque el hecho de que te regalen un libro no significa en automático que lo vayas a leer. La estrategia de promoción lectora involucra a un montón de gente entre medio y un programa que debe apelar y formar la cultura desde las bases, es decir, fomentar la cultura para que los jóvenes prefieran ahorrar para comprar un libro que ahorrar para ir al cine o al concierto de Bad Bunny (nada en contra del cine ni de Bad Bunny, pero la realdad es que la gente prefiere invertir en eso que en leer). Una estrategia de lectura, de verdadera promoción no consiste nada más en regalar los libros y es de lo que más se para el cuello este señor, cuando en términos reales nos está vendiendo humo. Pero claro, para él las editoriales son el diablo porque se atreven a vender los libros; él nos está convenciendo de que los libros deben ser gratis o no serán.

También me parece que su criterio como “editor” es demasiado cerrado. No demerito el boom y lo que históricamente significó, pero estoy convencida de que una manera de acercar a los jóvenes a la literatura es darles textos que les comuniquen y les signifiquen algo, que dialoguen con sus preocupaciones, con temas que les llamen y apelen a sus propios niveles, y hay tanta literatura contemporánea tan valiosa que justo está conectando con generaciones jóvenes, nada más hay que hacer tantita investigación. Se me ocurre, por ejemplo, mencionar a Mariana Enriquez, Fernanda Melchor, Agustina Bazterrica, Dolores Reyes, Elaine Vilar Madruga. Es cosa de voltear a ver el público que tienen estas señoras y cómo sus textos están tocando a los jóvenes. Y si el fomento a la lectura se hace correctamente, estos lectores van a seguirse y tendrán la curiosidad por leer todo lo demás.

Finalmente, pienso en el asunto de los derechos de autor, cosa que se menciona en las notas y que él mismo sacó a tema, pero sobre el cual no se ha reflexionado. Comentó que se pasó por “un viacrucis divertidísimo para adquirir los derechos de autor, ante negativas de las familias por falta de dinero o incluso de las editoriales.” Este señor no respeta en absoluto los derechos de autor, para él los autores son los menos importantes y considera que todo debe dársele regalado. ¿Por qué nadie se ha puesto a investigar cuánto les está pagando a autores o a herederos por estos tirajes tremendos de sus obras? Tal vez a esto se refiere su viacrucis, pues seguramente se ha topado con herederos que valoran el trabajo y no aceptan tres pesos por la distribución masiva de sus obras, y quizá no consideran que sea un trato digno.

En conclusión, el señor es un misógino, sí. Es un editor muy deficiente, sí, un funcionario mediocre, claro (apenas esta semana salió una nota en Reforma en donde se demuestra el pésimo estado en el que está la cadena Educal pues en tres años no ha logrado sus metas de venta). Es un señor que quiere hacer parecer que tiene la solución a los problemas cuando no tiene resuelta ni la cuarta parte (aquí voy a meter la cizaña pues en una entrevista en Radio Fórmula dijo “Pilar” en lugar de Piedad y no estaba seguro de si era colombiana, uy, qué buen editor es). ¿Tendrá Taibo idea de cuántos clubes de lectura exitosos hay en el país, los cuales son guiados por mujeres? El señor es también, y lo peor, un demagogo, uf, todo lo que necesitamos, la fórmula perfecta para el desastre.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *