Me pregunto, ¿qué pasaba por la mente de los sobrevivientes de la comuna de París, el 31 de diciembre de 1848? ¿Qué pasaba por la cabeza de los jóvenes alemanes que habían participado en las protesta de Leipzig? ¿Qué opinión tenían los habitantes respecto a los hechos políticos y la protesta social recién vivida en las calles de Milán, Bucarest, Viena, una vez que finalizó el año?
También, me pregunto qué sentía el general Charle de Gaulle en su residencia, ese mismo día pero del año 1968. El máximo héroe de la República Francesa durante la Segunda Guerra Mundial, el rostro de la resistencia ante los Nazis y la imposición de la República de Vichy, y quien había tenido que enfrentar las protestas de las revueltas estudiantiles de mayo en París ante una generación para la cual él no significaba nada más que el pasado.
¿Qué pensaban los jóvenes que participaron en la primavera de Praga dispersos en gran parte de la Europa occidental y quienes enfrentaron a los terribles tanques soviéticos en la lucha por la libertad de expresión? ¿Qué pensaba Luis Gonzáles de Alba, José Revueltas y todos los familiares que perdieron alguno de sus hijos o hijas en las protestas estudiantiles de la Plaza de las Tres Culturas en México? ¿Sobre qué reflexionaban los jóvenes que participaron en las protestas de Londres, Manchester, Milán y Rio de Janeiro?
Los años de 1848 y 1968 son diferentes en su abordaje como hechos históricos, sin embargo, tienen una característica en común: fueron puntos precisos de la historia en los que se vivió un fenómeno social que involucró a una civilización entera. En 1848 las protestas sociales marcaron el fin de una tendencia política en Europa: el absolutismo. El arribó de la democracia se hizo inevitable y se creó el papel del ciudadano. Poco a poco, sin excepción, todos los regímenes políticos de occidente abrieron pasó al sistema democrático y a la participación del electorado en las cuestiones de interés público. Se había vivido una revolución, es decir, la desmantelación de un viejo régimen para la edificación de uno nuevo, donde el papel de la gente había sido crucial.
En 1968 las protestas alrededor del mundo de la juventud mostraron el descontento con el status quo, con las viejas tradiciones, ideas políticas y económicas. Se empezaron a cuestionar las utopías y su fracaso, así como todas las promesas de la modernidad. Surgió la contracultura: un desafío a lo establecido. Se abrió la mente para la estructuración de una nueva forma de pensar, aunque en ese momento no sé sabía cuál era esa forma, y para muchos filósofos y políticos, ese año marca el inicio de la posmodernidad. Sin embargo, una puerta se abría, una puerta a una nueva forma de entender el mundo y a una promoción de la tolerancia.
¿Qué hemos vivido este 2016? Hechos como el Brexit, el referéndum del NO en Colombia, la elección de Donald Trump y la muerte de Fidel Castro nos muestran una realidad: este año es el inicio de algo nuevo, una realidad internacional que parece tener más desesperanza que venturas. No obstante, resaltan las particularidades y contrastes de lo acontecido en este año.
En 1848 la gente salió a protestar en las calles por su deseo y convicción de participar en los temas de interés público. En 2016 la gente utiliza el voto como un elemento para promover la confrontación y disgregación social. En 1968 los jóvenes protestaron en las calles para cuestionar lo establecido y abrir la mente a nuevos horizontes de pensamiento, a nuevas formas de entender el mundo. En 2016 la gente desea regresar a lo tradicional, desean refugiarse en el odio, el racismo, la xenofobia como modo de protección más allá de abrir su mente.
Si en 1848 se vivió una revolución y en 1968 la contracultura. ¿Qué podemos decir que surgió en 2016? ¿El proto-fascismo? ¿El neonacionalismo? ¿El fracaso de la política y el consenso? ¿El triunfo de la intolerancia? ¿Una contrarrevolución social? ¿Un periodo de neo oscurantismo? Sólo el tiempo y la comprensión de la historia, en su lejanía, una vez que nos hayamos alejado de esta fecha, nos dirán qué es lo que estamos viviendo. De momento, sólo tenemos la certeza de algo. Los acontecimientos vividos en este año involucran a todo Occidente como sociedad y la forma en que la sociedad contemporánea comprende la política y la justica se transforman. Y a razón de esto, hará falta mucha fortaleza y temple para enfrentar el futuro.