Al paso de los años, he descubierto que me obsesiono con los recuerdos, con buscar el momento preciso en que iniciaron ciertas cosas y resguardarlo en mi memoria. No siempre me sale. Pero cuando pasa, siento calma, es como descubrir el origen de lo que me explica. Creo que por eso me gusta buscar y luego recordar el día en que empecé a querer a algunas personas.
¿Les ha pasado? ¿Han tratado de encontrar el día en que el cariño por alguien les nació, el momento en que que dijeron: a esta amiga, amigo, pareja, casi algo, persona random en la vida, la quiero?
A mí sí. Bueno, últimamente he pasado por eso. Y aunque por momentos me aterra, me da calma encontrar esos momentos.
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Y no, tampoco es que sea con todo mundo. Solo con aquellas personas que han quedado marcadas en mi vida y memoria, con aquellas que veo y siento la alegría más inmensa del mundo, o con aquellas que aunque me saquen una lagrimita, sé que ese gotita nació del cariño que en algún momento existió.
Quizá de ahí nace mi obsesión con los detalles, con guardar boletos, envolturas de chocolate o cualquier cosa que me recuerde momentos donde fui dichoso o donde sentí que esa persona pasaría a ser una a las que les he dicho te quiero.
Ya sé que debería ser lo más normal del mundo decir te quiero, que no deberíamos limitarnos a la hora de hacerlo, pero el paso del tiempo y las experiencias a veces enseñan que lo mejor es reservar esas dos palabras para personas especiales.
Pienso en esto y vienen tres momentos que guardo mucho en la memoria: una tarde sentados en las escaleras de la Plaza Guardiola; una llamada tomada desde la azotea de mi casa; un atardecer de colores pasteles en marzo.
Y sé que en esos momentos fue que empecé a querer a esas personas. Que ahí sentí que pasara lo que pasara, las guardaría por siempre en mi memoria.
Y recordarlo, me explica, al menos internamente, me da da paz y me hace sentir que la vida sí sonríe, sí hace feliz.
Me obsesionan los recuerdos, quizá porque el día en que la vida este por irse de mí es en lo que me refugiaré y que recordar el momento en que empecé a querer me da la paz para decir adiós.