Los bombardeos de Estados Unidos a Siria, el pasado 6 de abril, son la primera intervención internacional ejecutada por Donald Trump desde el inicio de su mandato, he aquí 14 reflexiones sobre su política exterior.
I. Hasta abril de este año vivimos una ausencia de EE.UU. como actor internacional. Por casi cien días, las noticias no presentaron notas sobre la potencia militar y económica más grande del mundo. Vivimos una relativa paz global con la ausencia del liderazgo yanqui.
II. Contrario a la tendencia de los últimos 40 años, las noticias sobre EE.UU. eran referentes a su situación y política interna con temas de una concisa singularidad como: la re-negociación del techo de la deuda y la reforma migratoria de la era Obama; el affaire Lewinski de Clinton; el escándalo Watergate; la disolución de los sindicatos por Reagan o la protesta interna en los sesentas; antes de Trump, poco salía a los medios internacionales sobre la política interna de Washington. Los 100 primeros días del magnate fueron una confrontación directa entre el iluso empresario, que pensó que la política funciona igual que sus franquicias y empresas, y la opinión pública. Todos lo encararon, desde las ciudadanas que marcharon en su contra, hasta los jueces locales para negar sus vetos migratorios. Tardó cien jornadas, pero Trump entendió que ser el presidente de su país no lo hace omnipotente en la tierra elegida por Dios.
III. Los cien primeros días de Trump son una porquería si se le compara con los de su antecesor, Obama. También, la política interna mostró males de “democracias imperfectas” como las que siempre criticó EE.UU., con males como violencia social, intolerancia política, falta de libertad de expresión y apertura por la clase dirigente (Trump callando a todos los periodistas de CNN o NYT), inercia política y un gobierno y sociedad divididos.
IV El contexto interno no han sido miel sobre hojuelas para Trump. Según la encuesta Gallup, el empresario tomó posesión de la presidencia con una de las aprobaciones más bajas de la historia: 45 por ciento, una de las más adversas para un presidente de EE.UU. Al tercer mes, bajó ya a 35 por ciento, la más baja que ha tenido jamás un presidente del vecino del norte (ahora sabemos que hay alguien que puede perder su popularidad más rápido y más bajo, que Enrique Peña Nieto). Se duda de su capacidad de liderazgo, se han hechos visibles todas las carencias que no posee como político.
V. ¿Cómo debe enfrentar esa crisis mediática y de aprobación un gobierno que no va bien en nada? Estados Unidos es un pueblo fuertemente ideologizado, con mitos sobre el destino de una gloriosa nación que nacen desde su creación, con sus padres fundadores, y que fueron pulidos y perfeccionados hasta la Guerra Fría (época de máximo esplendor del siglo americano). Cada estadounidense lleva dentro de sí mismo esos dogmas, ese llamado patriota. En los cuatro meses del presente año, en palabras de Nelson Mandela, los estadounidenses han sido la escoria del mundo por las acciones de su presidente. ¿Por qué no recurrir al papel de policía global, paladín de la democracia y libertad, en época de crisis de credibilidad?
VI. El bombardeo a Siria como acción en contra de los ataques químicos fue una reacción idiota si se analiza a detalle. Siria tiene meses de pacificación desde que Bashar Al Assad retomó el poder, incluso los opositores, que se levantaron contra el régimen en vísperas de la primavera árabe, aceptaron el retorno del dictador con tal de alcanzar la pacificación (también, es verdad que no tenían otra opción). Después de la toma de Alepo, el pasado diciembre, el país iba camino a una re-estructuración interna bajo el viejo dictador, anti-democrático, pero pacífico. En ese contexto, ¿alguien en verdad cree que Al Assad es tan idiota como para atacar a su población?

VII. La reunión extraordinaria del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), del 10 de abril, fue un espectáculo ejemplar. Ahí estaban las potencias occidentales, Francia, Reino Unido, Suecia y Alemania, pidiéndole a Estados Unidos retomar su rol del pasado. La OTAN vio su probabilidad de sobrevivir y planteó una alianza anti Assads de occidente; Ucrania dio un breve suspiro de nuevo ante el aliado militar que lo había abandonado. Los medios de comunicación inmediatamente se inundaron de noticias sobre la tensión militar entre Occidente y Oriente. Los viejos némesis, Rusia y EE.UU, estaban en conflicto una vez más. La imbecilidad del ataque ha sido tan grande, así como la provocación y la respuesta internacional, que se habla del advenimiento de la III Guerra Mundial. También, podemos considerar que desde el triunfo de Trump en la elección de EE.UU., no habíamos tenido noticias tan trascendentes en el plano de la política internacional, eso explicaría el sobresalto del ánimo mediático.
VIII. Las provocaciones de Trump no son a Rusia y a Medio Oriente, son netamente a Oriente como un todo, incluyen a China y Corea del Norte, una manifestación tangible de ese discurso fanático y ideologizador que es el Choque de Civilizaciones, de Huntington. Hace unas horas, portaaviones estadounidenses avanzaron hacía el mar de Corea para poner fin al problema del régimen militar de Kim II Sung, una clara provocación a China. ¿Para qué demonios confrontar al régimen socialista norcoreano? En el pasado, las tensiones entre de Corea del Norte y Estados Unidos iban en la dirección Oriente-Occidente, cuando el régimen socialista amenazaba con la aniquilación de Corea del Sur a través de sus armas nucleares como instrumento de chantaje y retorsión de política internacional; nunca iban en dirección contraria. Dicha situación es contradictoria para el presidente que prometió reducir el gasto militar de Estados Unidos. De cualquier forma, los hechos actuales van en sincronía con la lógica de sus primeros cien días de gobierno: no ha cumplido, ni ha podido cumplir, ni quizás cumpla, nada de lo que prometió.

IX. Querer confrontar a Rusia, Irán, Siria, Corea del Norte y China, se asemeja una poco a lógica de Hilter en la II Guerra Mundial: declarar la guerra a todos, -al final, el Reich es la entidad más poderosa que jamás ha existido-. Por suerte, aún no hay una guerra multinacional (por no decir mundial). Sí se detiene a analizar con detalle la lógica de Trump en política exterior, ésta se asemeja un poco a la lógica de su política interna: acciones idiotas sustentadas en una visión despótica del poder y la política. No obstante, Trump aprendió pronto que no podía hacer lo que le diera la gana en su contexto interno. Lo más natural es que pronto aprenda a que tampoco lo puede hacer a nivel de política exterior.
X. Hay dos escenarios visibles (y completamente dispares) en el contexto de la nueva política internacional. 1) Estados Unidos bajo la era Trump aprenderá que hay otros polos de poder que limitan sus acciones internacionales. A pesar de que la anarquía internacional es la ley de la política entre las naciones el sentido común o de sobrevivencia brillará por encima de la autodestrucción. En unos meses, quizás Trump aprenda las reglas del juego y contenga las acciones de su país. 2) Las provocaciones llevan a una confrontación directa: la tan aclamada III Guerra Mundial, que citan los medios y redes sociales en estos días, un escenario claramente aterrador.
XI. Si el segundo escenario se da, vale la pena preguntarnos: ¿Estados Unidos es en verdad tan poderoso como cree? Si se hace una retrospectiva histórica de su historia bélica se encuentra lo siguiente: sufrió una derrota contra el imperio más grande del mundo en el siglo XIX (Reino Unido) en la guerra anglo-estadounidense en 1812. Sólo ha podido derrotar a potencias débiles o en decadencia como México o España. Su participación en la II Guerra Mundial fue intrascendente en relación a lo que pasaba en el frente oriental (enfrentamiento soviético-alemán). Perdió una guerra contra un país pobre, débil y atrasado (Vietnam). Su intervención en Irak causó una catástrofe económica a nivel interno y geopolíticamente en Medio Oriente. Sus más grandes éxitos militares serían la Guerra de Corea y la Guerra del Golfo, en la primera terminó con la división de un país en dos, la segunda, con la salida de las tropas iraquíes de Kuwait en 1991 y la supervivencia del régimen de Saddam Hussein, que cayó hasta 15 años después, por la ejecución del dictador.
XII. La idea del poderío estadounidense se funda en su arsenal nuclear. Esa idea nace del uso de las bombas Little Boy y Fatman sobre Japón, en 1945. Pero si se hace un análisis de Estados Unidos en confrontaciones bélicas directas, la historia es cruda y severa con esta nación. No detenta grandes victorias militares como la toma de Berlin, la Batalla de Waterloo, Austerlitz o Trafalgar, como otras naciones (Rusia, Francia y Reino Unido por citar algunos casos). Asimismo, hoy sabemos que existe un país con más arsenal nuclear que Estados Unidos y es Rusia. También, sabemos que la tercer nación con mayor número en armas nucleares es China. Confrontar a los dos parece irracional carente de sentido común. Ante esto sólo queda la carta de la racionalidad, aquella que nos reveló en la crisis de los misiles, en 1962, que la razón puede salvar al mundo.

XIII. Los grandes éxitos en política exterior de Estados Unidos se parecen más a lo plasmado y pensado por Maquiavelo en “El príncipe” y “Las 33 estrategias de la guerra” de Robert Greene. Es decir, usar la manipulación, la discordia, las debilidades y divisiones internas de sus enemigos para destruirlos, en vez de confrontarlos directamente o hacer uso de la fuerza. El máximo éxito de la política de Estados Unidos fue destruir a la URSS sin lanzar una sola bala durante la presidencia de Ronald Reagan, en las alianzas que hizo con los talibanes contra la nación soviética. También, su control y poderío sobre América Latina se cimienta en tejer alianzas con los traidores locales, en causar inestabilidad interna y echar a pelear a los demás, pero nunca pelear directamente. Estos es una herencia de su cultura anglosajona y de Reino Unido, quien con su política de contingencia puso a pelear a la Europa continental mientras ellos se cruzaban de brazos. De forma personal, creo que Trump no entiende esto claramente.
XIV. En un mundo de hiperrealidad y posverdad, los medios pueden causar una tensión innecesaria. Las analogías recientes a una III Guerra Mundial puede que no sean más que un divertimento y paranoia que en unos días pasará. No obstante, lo trascendente es notar que Estados Unidos sigue ahí, con una política exterior nada razonada y que deberá encontrar su mesura en un mundo cada vez más multipolar. También, me atrevo a decir que los amantes de la política internacional y los medios de comunicación habían sentido un desamparo estos tres meses de vivir un mundo sin “Estados Unidos”. Al final, sólo el tiempo decide.