La abandonada UNAM

Desde noviembre de 2019, la parálisis en la UNAM inició en la Facultad de Filosofía a manera de reclamo por el acoso y la violencia contra las estudiantes. Foto: UNAM.

Antes de iniciar, pido disculpas por abandonar durante tanto tiempo este espacio, más suyo que mío, sin duda. Sin más desperdicio de caracteres, arranquemos con un tema de importancia para la mayoría de quienes pisamos la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Desde noviembre de 2019, la parálisis universitaria inició en la Facultad de Filosofía y Letras y en la Preparatoria 9 a manera de reclamo por el acoso y la violencia contra las estudiantes principalmente. El reclamo, legítimo, necesario, pertinente e ineludible, más ante el despertar propio de los tiempos, en curso donde las mujeres cada vez hacen más estruendoso su desacuerdo y su ¡hasta aquí!, al machismo misógino.

Dudo que alguien en su sano juicio desacredite la lucha, sin embargo, esa batalla se internó de un oscuro promovido por grupos políticos que hizo extensivo el paro a 23 escuelas y que ahora afecta a 161 mil 544 estudiantes. La reacción de la comunidad en su conjunto ha sido tajante y ha buscado por diferentes formas y vías el regresar a clases, los esfuerzos han quedado reducidos a un intercambio de gritos.

Pero… ¿A quién le corresponde detener esta situación generada por un puñado de vándalos? De entrada a las autoridades universitarias comandadas por Enrique Graue. El actual rector sólo ha mostrado que su presencia es intrascendente, gris e inútil. Se ha exhibido como alguien incapaz, no sólo de detener este conflicto, sino de acabar con grupos delincuenciales y porriles dentro del campus central.

Ni le interesa ni le incomoda que la universidad haya sido cerrada por unos cuantos encapuchados; su gestión parece hacer sido ensombrecida por un eclipse solar permanente. Le ha quedado grande el saco y se nota en las reacciones timoratas y falsas a través de comunicados de una tibiesa infame.

En segundo lugar, le tocaría al Gobierno mismo actuar en consecuencia. La universidad depende presupuestalmente de la federación (que no se malentienda autonomía porque la UNAM no es un país adentro de otro) y es el Gobierno federal el que debe intervenir para detener el avance de estos grupos desestabilizadores. No obstante, el Gobierno, como el rector, creen que con los exhortos hacen eco en aquellos que ahora secuestran a la UNAM. No, señor Presidente, usted debe mover la fuerza del Estado para destrabar esto, como usted dice, de arriba para abajo.

Es necesario conocer a las manos detrás de esto y para ello se necesita voluntad de un mandatario que ante situaciones de esta naturaleza juega más de tribunero que de titular. Necesitamos que se libere la universidad a base de investigación y no de represión. Conocer a los responsables de este cierre sin importar si tienen vínculos con partidos opositores o si es fuego amigo. De no actuar, señor Presidente, usted es tan responsable y siniestro como aquellos cuyos deseos son verlo caer, por lo cual, no puede dejar a su suerte a la Máxima Casa de Estudios, especialmente por dos cosas: usted viene de ahí y la UNAM trasciende generaciones, contextos y, por supuesto, clases sociales.

En tercer lugar le corresponde al estudiantado y a la sociedad en general. La UNAM es un motor de cambio tan grande que la gente, el pueblo, como le llama Andrés Manuel López Obrador, no puede quedarse expectante; se debe reaccionar contundentemente para exigir a los involucrados la resolución del problema inmediatamente, pues la Universidad Nacional es a México lo que Newton a la ciencia; la UNAM es el espacio más heterogéneo y plural del país, razón por la cual no debe abandonarse a su suerte.

Confío en que el problema se concluya a la brevedad, pues no podemos seguir siendo omisos, la UNAM no lo merece.

De a tuit

Los Oscars premiaron, al menos en su categoría más importante, a lo mejor del cine; no a lo más correcto, ni a lo judío ni a lo popular. Parásitos es un llamado indispensable a la cinematografía y es un gusto que los opinólogos nos hayamos equivocado.

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