Afortunado

afortunado
Foto: Juan Pedro Salazar/ElTecolote.

Varias veces me repetían lo mismo. “Eres muy afortunado de tener a tus cuatro abuelos”. Y yo, en mi inocencia por la ausencia de perdidas, no lo entendía.

Para mí era normal que todo mundo tuviera a sus abuelos. No me entraba en la cabeza que a alguien le faltara uno, o dos, o tres, o los cuatro…, hasta ahora, que ya soy uno de los que ya no los tienen a todos.

Primero fue Eva, un martes de abril. Después fue Pedro, otro martes, pero ahora de mayo. Y hace pocos días fue Juan, un domingo de enero.

Ya no tengo físicamente a tres de mis abuelos y el lunes, mientras el padre hablaba de consuelo, odié con todo a la vida porque no entendía, bueno, sigo sin entender, por qué tan seguido ha pasado esto, por qué tiene que caer el duelo otra vez, cuando apenas intento procesar los primeros.

Pero la vida aún no me da esa respuesta y quizá nunca lo haga.

______________

Te invitamos a leer: El dominó

______________

Y aunque la herida duele y quizá duela toda la vida, es cierto que fui afortunado de tener a mis cuatro abuelos.

Me cuidaron de niño. Me abrazaron y quisieron en todo momento. Me tomaron de la mano y trataron con la paciencia que quizá a mis papás les faltaba en ese momento.

Me daban de comer y cuidaban si hacía falta. Se rieron conmigo y hacían cosas para que me riera.

Se alegraban de mis éxitos y cada que podían me preguntaban cómo me iba en la vida.

Me dejaron sus nombres, sus ojos, el color de la piel, la forma del cabello y hasta el sonido de la risa.

Me quisieron y estuvieron conmigo más de 30 años.

Así que sí, fui afortunado de tener a mis cuatro abuelos.

_______________

Te invitamos a leer: Navidad sin ti

_______________

Hace unos días soñe a Pedro y Eva. Vestían de blanco y una luz estaba detrás de ellos. Quería correr hacia donde estaban pero me decían que no, que me quedara ahí, que todo estaría bien. Y les creo.

Y aunque quizá nunca tenga la respuesta a por qué se han ido tan seguido, me refugio en sus recuerdos, en mi sueño y en la imagen que mi abuelita Melda me regaló, mientras se despedía de su consuegro.

Eva, Juan y Pedro, juntos. Felices. Como cuando sus hijos se casaron, como cuando conocieron a sus tres nietos.

Y sí, fui afortunado de tener a mis cuatro abuelos. Y seré afortunado cuando los vuelva a ver.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *