Desde hace unos días se iniciaron los rumores de una posible conspiración gubernamental para esconder la tercera ola de Covid-19. Analistas y expertos autoproclamados agoraron el golpe que vendría, en buena medida, ocasionado por las vacaciones de semana santa donde los mexicanos aprovecharon para olvidar la pandemia.
Y todo parecía darles la razón: playas atiborradas, sana distancia inexistente y prácticamente ninguna seguridad de salubridad de por medio. Y el mar no era el único atiborrado, la propia Ciudad de México se vio como si ya estuviera como antes del primer caso de coronavirus: el centro a reventar, los bares abiertos superando el 30 por ciento y salvo el cubrebocas, todo parece normal.
A pesar de ello, los casos han ido a la baja, las hospitalizaciones por consiguiente y ni hablar del total de pruebas o que actualmente hay ocho estados en color verde. Eso ha alimentado la sospecha de que algo se está escondiendo desde los gobiernos locales y el gobierno federal, sobre todo por la época electoral.
Pero una cosa es cierta, la pandemia no ha dado tregua a México. Del 5 de enero al 2 de febrero los muertos se contaban de mil por día y hubo fechas en las que se superaron los mil 400, y eso hablando evidentemente de los registros oficiales, pues no olvidemos el subregistro reconocido por las autoridades. Entre lapso también se dispararon los casos positivos, contados hasta en 20 mil diarios, lo cual provocó que los hospitales quedaran a su máxima capacidad, principalmente en la capital.
Todo este desastre ocurrió mientras otros países avanzaron en su proceso de vacunación y varios de ellos mostraban registros a la baja. Naciones como Chile otorgaron permisos para vacacionar y la sociedad misma bajó la guardia considerablemente al tener un avance importante en su proceso de vacunación.
Quizá las autoridades chilenas no fueron los suficientemente claras al decir que la vacunación sólo es parte de la prevención mas no la solución al problema. Lo mismo ocurrió en marzo en países de Europa (+18 por ciento), América del Norte (+15 por ciento) y Asia (+34 por ciento) obligando a los gobiernos a regresar con la aplicación de medidas restrictivas.
Pero a diferencias de otras sociedades, la mexicana por fenómenos económicos –y quizá naturaleza rebelde– lleva varios meses sin respetar el confinamiento, simplemente porque no pueden. Eso ha hecho que aprendan a convivir con el virus, a perderle el miedo y, probablemente, a generar determinados anticuerpos.
La tercera ola podría ocurrir en dos vías: convertirse en un tsunami dada la situación ocasionada por la misma gente que, hay que decirlo, ha sido irresponsable en muchos sentidos sin escuchar lo divulgado en medios y por las propias autoridades, o bien, ya estamos surfeando en ella y, en realidad ha sido una ola tan grande que aprendimos a sortearla y todo lo que eso implica.
De a tuit
Campeche volvió a las clases a medias y esto será un buen termómetro para medir y aprender sobre el regreso en otros estados, lo cual se avizora como una luz para los estudiantes que llevan más de un año sin contacto entre sus compañeros.